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Mostrando las entradas etiquetadas como Rafa Morata

Francisco Ibáñez, un referente de vida

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Cuando un artista nos deja, queda el consuelo de que sus obras permanecen, de que podemos volver a ellas o redescubrirlas cuando nos plazca. Sin embargo, con la muerte de Francisco Ibáñez, el mejor, el más divertido, comprometido y original creador de comics que ha habido y habrá en la historia de nuestro país, será diferente. Cuando, en adelante, tenga lugar un Mundial de fútbol, unos Juegos Olímpicos, salte a la palestra un tema de naturaleza político-social o surjan personajes susceptibles de formar parte de una nueva aventura de Mortadelo y Filemón, nos acordaremos de Ibáñez y pensaremos en las ocurrencias que tendría en mente en cada caso. Un poco como Berlanga. Desde pequeño hasta el día de hoy, de Ibáñez he leído fundamentalmente a Mortadelo y Filemón , Rompetechos y 13, Rue del Percebe . Con la excepción de  Doña Urraca , no tuvieron rival frente a otros personajes de tebeos. Era Ibáñez frente al resto y siempre por encima del resto: se hacían insignificantes frente a los agen

Apostatado

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 "Amarás a dios sobre todas las cosas". Cuando, entre finales de los setenta y principios de los ochenta, me enseñaron los diez mandamientos en aquel cole unitario de la EGB donde la religión era obligatoria y evaluable a todos los efectos, no entendía el primero de ellos. Me confundía, me contrariaba, me molestaba. No podía aceptar de ningún modo, siendo además hijo único, el hecho de amar más que a mis padres a un dios que no veía ni sentía, pero que me condicionaba en todo y para todo según aquellos espeluznantes y adoctrinadores catecismos cuya portada cambiaba de color según el curso en que te encontrabas, llenos de preguntas y respuestas poco inteligibles que debías aprender de memoria y vomitar, tal cual, como un autómata. Fue mi primera crisis con la religión. Recuerdo que en las clases de catequesis que recibía los sábados por la mañana de cara a la primera comunión, entre 1980 y 1981, me hacía notar ante aquella guapa voluntaria seño Lola . Soltaba ocurrencias, tont

Las pieles cinéfilas que me habitan

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Detesto el  juego de las listas  cinéfilas. No me gusta confrontar (ni que enfrenten) películas o directores, ni someterlos al capricho de subirlos o bajarlos un peldaño en mi escala simplemente porque un buen día o cualquier circunstancia casual, sin fundamento, me lleve a ello. Tampoco, a menos de que se trate de un movimiento o una moda efímera y vacía (como, por ejemplo, el insufrible y felizmente olvidado Dogma, aquella ocurrencia absurda del no menos absurdo bluf que siempre ha sido Lars von Trier), soy amigo de utilizar el socorrido argumento de que el tiempo pasa por una obra o un autor porque creo que siempre conservan su valor dramático, sociológico, estético… y porque aquello que suponíamos que había envejecido puede irrumpir de golpe en el presente o llegar a explicar lo ocurrido en el futuro de un modo infinitamente más valiente y efectivo que cualquier película contemporánea (pongamos que hablo del cine de los setenta). No, no soy amigo de las listas… pero también es verd

Abuela Ana

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Faltaba poco más de un mes para mi décimo cumpleaños cuando mi abuela paterna, Ana María Ruiz Peinado, falleció a causa de esa cruel enfermedad que, cuando viene de frente y te mira a la cara, no puedes hacer nada para abatirla. Recuerdo que una mañana de septiembre, me dijeron que la llevaban al médico y ya no salió del hospital hasta finales de octubre cuando, sobre las siete de la mañana, me despertó un mar de lágrimas en casa porque había acabado su sufrimiento. Durante el tiempo en que estuvo hospitalizada, me colaban en horario de visita hasta que su enfermedad se agravó. Un domingo, tras la sesión vespertina de cine, fue la última vez que la vi con vida: estaba sentada en una especie de hamaca que había en la terraza a la que podía acceder desde su habitación, con su figura iluminada por un sol que ya estaba poniéndose. Estuve con ella. La abracé, como siempre. Hablé de cosas seguramente rutinarias, sin importancia. Una enfermera entró entonces para hacerle la cura: “El niño deb

Terramar Cinema, aquel cine...

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Fuente:  Archivo General de Ceuta.  Agradecimiento  a José Luis Gómez Barceló Situado en lo que, en tiempos de mis padres, llamaban  el segundo centro de Ceuta , Hadú, en el campo exterior de la ciudad, el Terramar Cinema tenía el techo más bonito que jamás he visto, de color azul oscuro, surcado por el halo de luz de un proyector que, junto al crujir de las pipas que devoraban en masa los espectadores, creaba una atmósfera sonora tan leve como especial. De vez en cuando, desconectaba de la película y deslizaba la mirada hacia aquella suerte de cielo nocturno, convertido en una autopista por donde un haz luminoso hacía su recorrido hasta una enorme pantalla rectangular, rematada por una tela negra en sus bordes que hacía aún más perfecta su forma y amplificaba su tamaño. Las dos gruesas patas marrones del telón, a ambos lados de aquella ventana mágica, hacía más artificioso y fascinante el hecho cinematográfico. Y es que, en ocasiones, también servía para representar obras de teatro y

Que veinte años no es nada...

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El lunes, 6 de marzo, tuvo lugar la puesta de largo de la quinta (y espero que definitiva) versión, tras veintiún años de existencia, de la página web que decidí dedicar a mi cineasta de cabecera, Rainer Werner Fassbinder. Cuando con quince años de edad vi una película suya por primera vez, la experiencia supuso una especie de Verdad Revelada en un momento tan significativo como fue mi adolescencia cinéfila: descubierto Von Sternberg y fascinado por las películas que dirigió Almodóvar hasta ese momento (el impacto y la influencia de Douglas Sirk sobre mí fue menor en aquel tiempo), ese cineasta alemán del que nada sabía concentró él solo, en una única película, todo lo que yo quería del cine: melodrama, artificio, barroquismo, la verdad arropada de mentira. El cine y la vida, la vida y el cine, inseparables, regalándose el uno a la otra, la otra al uno, lo que en esencia excluyen y niegan, pero acaban asumiendo. "No conozco muchos lugares digitales que atesoren una historia de má

Docencia y vida, vida y docencia

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A mi alumnado de 3º A (Curso 22-23) Al Claustro del CEIP Ortega y Gasset Cada día sorprenden con algo: con sus preguntas y comentarios, directos o tangenciales al hilo de lo que les enseño en clase o de lo que intentamos exprimir de los textos que leemos y podemos incorporar para afrontar el día a día y, quizás, el futuro; con las anécdotas u ocurrencias que, con la mayor ingenuidad y entusiasmo, comentan a la entrada al cole, a la vuelta del recreo, a la salida; con el recordatorio y el razonamiento inocente que les sale de dentro, si alguien se despista, en torno a las normas inquebrantables sobre el trabajo en libreta que el profe impone, entregado a esa herramienta tan simple, tan básica, tan bella, tan mágica y personal donde, de algún modo, se vierten, se retratan, se desvían, se reconducen; con las confidencias que guardan alegrías pero también tristezas, miedos o preocupaciones  personales que comparten conmigo, casi susurrando, llevándome a un rincón de la clase o invitándome

Un lugar llamado rafamorata.com

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Tras una andadura de casi dos décadas en internet, tanto con mi página personal dedicada al cineasta alemán Rainer Werner Fassbinder, siempre asociada a mi propio nombre, como con diversos blogs de cine que he ido reciclando y eliminando con diferentes títulos y contenidos, llega el momento de la estabilidad, de parcelar, de determinar contenidos. Así, por un lado, seguiré manteniendo, completando y mimando mi sitio  fassbindercineasta.com  y, por otro, escribiré  textos personales de cine y de los temas que, al azar, vayan surgiendo o sienta la necesidad de plasmar, por muy anecdóticos que pudieran ser, aquí, en  rafamorata.co m Espero que sea del agrado de quienes tengan a bien visitar este espacio y quieran quedarse y acompañarme. Viñeta-retrato realizada por Ferrán Martín (2023)