Docencia y vida, vida y docencia

A mi alumnado de 3º A (Curso 22-23)

Al Claustro del CEIP Ortega y Gasset

Cada día sorprenden con algo: con sus preguntas y comentarios, directos o tangenciales al hilo de lo que les enseño en clase o de lo que intentamos exprimir de los textos que leemos y podemos incorporar para afrontar el día a día y, quizás, el futuro; con las anécdotas u ocurrencias que, con la mayor ingenuidad y entusiasmo, comentan a la entrada al cole, a la vuelta del recreo, a la salida; con el recordatorio y el razonamiento inocente que les sale de dentro, si alguien se despista, en torno a las normas inquebrantables sobre el trabajo en libreta que el profe impone, entregado a esa herramienta tan simple, tan básica, tan bella, tan mágica y personal donde, de algún modo, se vierten, se retratan, se desvían, se reconducen; con las confidencias que guardan alegrías pero también tristezas, miedos o preocupaciones  personales que comparten conmigo, casi susurrando, llevándome a un rincón de la clase o invitándome a apartarme del grupo para que nadie se entere.

Y cada día insuflan emoción, terapia y vida en estado puro con sus gestos, con sus sonrisas, con esos ojos que se abren conforme se sorprenden ante algo que desconocen, con sus "Buenos días, profe Rafa", con sus "Que pases un buen fin de semana", con sus "Te echo tanto de menos que parece que no te veré más" si faltas un día por motivos de salud o cuando corriges sus libretas y, de pronto, al comienzo o al final de la tarea o en ese largo hueco que deja en el renglón la palabra Dictado te dejan desinteresadamente, con todo el cariño y entrega del que son capaces, un corazón con un "Te quiero, profe", "I love you", "No te voy a decepcionar más", "Perdón por la letra de ayer", "Te prometo no equivocarme más" o "Espero que te mejores muy pronto". 

Y sus dibujos... Esos dibujos llenos de muñecos, corazones o figuras indescifrables que solo conocen ellos y que acompañan con un "Profe Rafa, eres el mejor del mundo", "No nos dejes nunca", "Quédate siempre con nosotros", "Te quiero mucho" o "Gracias por enseñarnos", mientras te retratan con tu vestimenta, plasmando tus rasgos físicos o los gustos personales que atisban con el paso del tiempo.

La profesión de docente es preciosa si afrontas tanto sus aspectos más gratificantes como los más duros y difíciles. Si la sientes y celebras cada día, te encuentres física y psicológicamente mejor (si notas una evolución positiva) o peor (si alguno se descuelga o comienza a hacerlo). Ay de aquel, de aquella, que sea docente sin que le guste este oficio, ni lo viva, ni le esté agradecido, ni sea consciente del grado de responsabilidad que conlleva, ni de su grandeza, ni de sus aristas y de su complejidad: debe ser lo más ingrato e indeseable.

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Comentarios

  1. La trascendencia en la infancia no tiene precio y es el oxígeno que alimenta la llama de la esperanza de un mundo en el que por fin reine el amor y quede arrinconado en un pasado remoto la iniquidad del ser. Adelante Rafa!!👍

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  2. Justo estaba en un momento en el que necesitaba leer un texto así. Qué joya. Gracias, Rafa.

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  3. Enhorabuena, Rafa, me habría gustado tenerte también de profe.

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